No es ninguna novedad. Desde hace más de 20 años, ecologistas, organismos nacionales y grupos de presión han anunciado que las emisiones de gases contaminantes y el despilfarro de recursos naturales genera el cambio climático; una anomalía en la naturaleza que afecta al medio ambiente pero también a los seres humanos de todo el mundo. La incidencia que está teniendo el cambio climático sobre las plantaciones de olivar, plantaciones de olivar intensivo y plantaciones de olivar de alta densidad es creciente. Por tradición, las plantaciones de olivar siempre han sido cultivos de secano pero necesitan desarrollarse en unas condiciones climáticas concretas para que la producción del aceite de oliva sea de la mayor calidad posible. Las plantaciones de olivar requieren una climatología precisa: veranos secos o muy secos e inviernos fríos con precipitaciones de carácter medio. En períodos de escasez de lluvias, el olivo consigue adaptarse al terreno y a la climatología gracias a la estructura de sus hojas cuyas capacidades para minimizar la pérdida de agua son de sobras conocidas.
Sin embargo, a pesar de ser un cultivo resistente al calor y que no tiene grandes necesidades hídricas, las temperaturas elevadas de los últimos meses están pasando factura a las cosechas de aceituna, destinadas a la producción de aceite de oliva y a las aceitunas de mesa. La lluvia caída en estas semanas no rebaja la preocupación que sienten los agricultores, impotentes ante uno de los inviernos más cálidos y secos de la historia reciente que puede echar al traste la campaña presente. Si antaño los inviernos eran fríos y se acompañaban de nevadas, lluvias torrenciales y tormentas, hoy asistimos a un escenario diferente caracterizado por una primavera que se resiste a irse. Las plantaciones olivar intensivo y plantaciones de olivar de alta densidad se ven afectadas por este cambio en las temperaturas. Otros cultivos como las plantaciones de almendro y los árboles frutales también sufren la ausencia de lluvias. La falta de precipitaciones tiene fatales consecuencias tanto para la agricultura como para la ganadería. Para muestra un botón. Sin lluvias las zonas de pastoreo escasean. Ante esta situación, los animales no pueden pastar y los ganaderos tienen que alimentarlos con paja, cereales y piensos.
Organizaciones como UPA Andalucía y ASAJA han clamado la voz de alarma por los daños y perjuicios que el cambio climático causa en las plantaciones de olivar, plantaciones de almendro, árboles frutales, ganado y montes. Ambas instituciones ya han constatado cuantiosas perdidas económicas en el cultivo del olivar y en la aceituna de mesa. Ante esta situación, Agustín Rodríguez, Secretario General de UPA, ha pedido la convocatoria de una Mesa de sequía para tratar de encontrar una solución estable, eficaz y válida para todas las partes. La sequía que atraviesan las plantaciones de olivar españolas no hace sino empeorar una situación ya de por sí crítica. Hay que recordar que la falta de lluvias en la pasada primavera y las altas temperaturas en la floración afectaron notablemente a la producción de aceituna, todo ello sumado a la situación actual caracterizada por el calor otoñal.
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- El cambio climático podría cambiar la productividad de las plantaciones de olivar
Diferentes estudios e investigaciones desarrolladas en centros de prestigio nacional e internacional han confirmado que los efectos del cambio climático sobre las plantaciones de olivar serán irreparables. La revista PNAS, a través de una investigación científica, no ha dudado en afirmar que el cambio climático modifica los niveles de productividad en algunos países situados en la cuenca del Mar Mediterráneo como España o Italia. En opinión de Luigi Ponti, Andrew Paul Gutiérrez, Paolo Michele Ruti y Alessandro Dell’Aquila, autores de la investigación, si el cambio climático continúa de forma imparable llegará un momento en el que habrá zonas de España desiertas de plantaciones de olivar porque el cultivo no podrá aguantar tanta sequía. El grupo de trabajo ha utilizado un método demográfico para predecir las alteraciones en las plantaciones de olivar, en caso de que el cambio climático continúe con sus efectos virulentos. El resultado de la investigación arroja datos clarividentes. En palabras de Ponti: “En la zona central de España el beneficio neto de los campos de olivo disminuye”. Los autores del estudio han reforzado la tesis mantenida utilizando predicciones realizadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en adelante). Según el IPCC, entre 2030 y 2060 la temperatura podría registrar un aumento de hasta 2 grados centigrados con el consecuente efecto para la agricultura y el medio ambiente.
De seguir así, el cambio climático condicionará, en un futuro no muy lejano, el campo andaluz pero también la ganadería, e incluso la salud de las personas. Aunque los líderes mundiales se reúnan en cumbres de clima para dar respuesta a un problema global, la sociedad debe ser consciente de la importancia que tiene el cuidado del medio ambiente con un uso limitado de los recursos naturales, sin despilfarros, reciclando residuos orgánicos e implantando hábitos de consumo bio sostenibles con nuestro entorno. Todos, desde nuestra pequeña parcela de consumidores locales, tenemos que tomar partido en una realidad para la que ya no podemos mirar hacia otro lado. Ignorar los efectos negativos del cambio climático en las plantaciones de olivar intensivo, plantaciones de olivar de alta densidad y plantaciones de almendro es cuanto menos peligroso.