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CUEBIERTA VEGETAL EL VALENCIANO

La huella de carbono como indicador clave para la sostenibilidad del olivar

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José Luis Vaca

José Luis Vaca
Director del Departamento de Nature en BALAM Agriculture

En este artículo quiero hablaros de cómo la huella de carbono se posiciona como un indicador clave en las explotaciones y qué beneficios puede reportar en la eficiencia y rentabilidad.

La Unión Europea ha pisado el acelerador de cara a cumplir el objetivo de que, en 2050 la economía comunitaria sea neutra en carbono. Eso quiere decir, que las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) no deben superar las absorciones de estos por nuestros ecosistemas (o tecnologías). La agricultura y ganadería en España emite un 14% de GEI sobre el total. Todo esto viene acompañado de preocupantes datos climáticos que nos apremian a tomar acción para reducir estas emisiones y poner freno al incremento anual de temperaturas que podemos ver en los últimos años con largas y frecuentes olas de calor, extensión de los periodos estivales, cálidas temperaturas en invierno o torrenciales precipitaciones en periodos cortos de tiempo y escasos a lo largo del año.

¿Y qué tiene todo esto que ver con el olivar? Cada actividad cultural que realizamos sobre el cultivo emite de forma directa o indirecta GEI. El combustible de nuestra maquinaria y vehículos, los productos químicos que aplicamos al suelo o viento, el laboreo y modificación del perfil del suelo, la electricidad consumida… todo esto tiene emisiones que se conocen como directas e indirectas. Además, los materiales que utilizamos, envases o productos, en su fabricación, almacenamiento, transporte y reciclado, también producen emisiones indirectas.

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Por otro lado, y como se ha comentado en innumerables publicaciones y foros, un olivar tiene una alta capacidad de absorción de GEI. Los componentes implicados en las absorciones pueden ser: el propio árbol con su raíz, la cubierta vegetal, elementos del paisaje o espacios de biodiversidad que mantenemos en las parcelas, y por supuesto el suelo. El suelo es de vital importancia ya que almacena y custodia los GEI durante largos periodos de tiempo, funcionando como un banco de carbono. Para poder visualizar su importancia, cuando realizamos laboreos, pasamos una rastra, aplicamos un rodillo… estamos modificando la estructura del suelo, rompiendo los agregados y liberando los gases almacenados en los microporos de estos.

Gráfica de emisiones y absorciones de GEI en equivalentes de carbono para una finca de olivar en seto sin cubierta vegetal y con laboreo. [Resultados para el total de superficie de explotación. Fuente: BALAM Nature mediante software y metodología de Trinity AgTech]
Gráfica de emisiones y absorciones de GEI en equivalentes de carbono para una finca de olivar en seto sin cubierta vegetal y con laboreo. [Resultados para el total de superficie de explotación. Fuente: BALAM Nature mediante software y metodología de Trinity AgTech]

La agricultura de conservación pone el foco en mantener y fomentar los reservorios de GEI que tenemos en nuestras parcelas, fomentando prácticas como el manejo de cubiertas vegetales o el uso de residuos como cubierta de las calles (hoja o triturado de restos de poda).

Conocido ya como impacta cada parte del cultivo en lo que son las emisiones y las absorciones de GEI de la actividad oleícola, vamos a pasar todo esto a la huella de carbono como indicador de sostenibilidad e impacto climático.

¿Qué datos necesitamos para obtener nuestra huella de carbono en un olivar? La huella de carbono se calcula por kg de aceituna o por ha, y se toma como referencia un año natural o la anualidad de campaña. Los datos principales que necesitamos tener controlados son: consumo energético, consumo de combustibles, materiales consumidos durante la campaña, actividades culturales y de manejo del suelo, productos nutricionales y fitosanitarios aplicados, gestión de los restos de poda y otros residuos agrícolas, y finalmente producción. Para facilitar la gestión del dato, y que el cálculo pueda hacerse de forma eficiente, lo mejor es tener toda esta información almacenada de forma precisa por cada parcela. Una vez realizado el cálculo y recogidas todas las evidencias documentales de cada dato aportado, se puede realizar una verificación por una entidad independiente y acreditada. Gracias a este dato, podemos conocer que actividades producen más emisiones y buscar alternativas rentables que además de tener un menor impacto climático, nos permitan reducir costes.

Gases Efecto Invernadero (GEI):

Los Gases Efecto Invernadero son una serie de gases presentes en la atmósfera que permiten el mantenimiento de la temperatura de esta en rangos de habitabilidad. Estos gases, en una concentración adecuada son necesarios, pero actualmente la actividad humana ha incrementado su concentración a niveles insostenibles. El Dióxido de Carbono es el más representativo, pero hay muchos otros perjudiciales en concentraciones inadecuadas. El CO2 se utiliza como unidad de equivalente para medir las emisiones del resto de gases.

Gráfica de emisiones y absorciones de GEI en equivalentes de carbono para una finca de olivar tradicional con cubierta vegetal y sin laboreo. [Resultados para el total de superficie de explotación. Fuente: BALAM Nature mediante software y metodología de Trinity AgTech]
Gráfica de emisiones y absorciones de GEI en equivalentes de carbono para una finca de olivar tradicional con cubierta vegetal y sin laboreo. [Resultados para el total de superficie de explotación. Fuente: BALAM Nature mediante software y metodología de Trinity AgTech]

La mayoría de grandes empresas ya sea por impositivo legal o de forma voluntaria están midiendo ya su impacto en el cambio climático y trasladando este indicador a sus clientes y proveedores. Muchas de estas grandes compañías se suman ya a objetivos de cero emisiones. Entre ellas, muchos fabricantes de productos fitosanitarios y nutricionales, o incluso grandes comercializadores mundiales de aceite de oliva o las principales cadenas de supermercados. Este impacto y el seguimiento de este lo hacen principalmente a través de la huella de carbono de sus productos y organización. Estos objetivos, no tardarán en trasladarse a la base de la cadena productiva.

Medir la huella de carbono en olivar es un elemento de competitividad hoy y que nos permite demostrar nuestro compromiso con el clima y el medio ambiente. No tardará en convertirse en un indicador más que gestionar en nuestra explotación, y para el cuál debemos prepararnos.

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